Creo que la primera diferencia radica en el significado que la propia palabra “emprendedor” tiene fuera y dentro.
Fuera de España, un emprendedor es alguien que quiere cambiar el mundo de alguna manera. Alguien que ha detectado necesidades no cubiertas y decide apostar por crear una “startup” (ahora hablaré de ese término) para atender dicha demanda y poder cubrir esas necesidades.
Como decía, la diferencia se halla en la acepción, en el significado que cada uno le da a la palabra “emprendedor”. En España sólo se vincula a valentía, a trabajar para uno mismo, a autonomía… Pero fuera de España, la palabra emprendedor lleva implícito el hecho de “esta persona quiere hacer algo grande, quiere cambiar el mundo”.
El nombre emprendedor suele apellidarse startup. En España, se habla de la creación de empresas, pero en muy, muy raras ocasiones se habla de startups, de empresas de nueva creación. Simplemente no existe este término.
¿Y qué es una startup? Pues la empresa creada por un emprendedor y cuyo propósito es el de hacer algo grande, el de cambiar el mundo, como ya he dicho anteriormente. Miles de startups fracasan, pero la voluntad era muy distinta a la de montar un bar o una agencia de viajes, o una inmobiliaria (con todos mis respetos). El término startup va a asociado a mejora, a cambio, a modenidad, a tecnología, a disrupción…
Y tú, ¿qué opinas?
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